Este proceso se encara de dos maneras: la desratización pasiva y la activa. La desratización pasiva consiste de estrategias que buscan evitar la entrada y multiplicación de roedores; por tanto, son fundamentalmente preventivos. Incluyen el cierre hermético de contenedores de residuos y la instalación de rejillas en conductos de aireación. La desratización activa incluye métodos dirigidos al control de poblaciones de roedores preexistentes.